Extraemos petróleo de la tierra para convertirlo en plástico, fabricar una botella que llenar de agua que acaba en la basura después de consumirla. Cultivamos algodón que hilamos para tejer una camiseta que, tras unos pocos lavados, acaba en el contenedor. Durante el último siglo, casi todas las industrias y mercados han trabajado bajo un modelo lineal, uno que implica extraer recursos, producir, consumir y desechar. Sin embargo, el siglo XXI está experimentando el auge de un nuevo modelo: la economía circular.
Ya sea por interés en hacer un uso más eficiente de los recursos o por cuestiones regulatorias (en España, la Ley del Cambio Climático y Transición Energética apuesta claramente por la economía circular), cada vez más empresas prueban a adentrarse en el mundo de la circularidad. Pero, ¿en qué consiste exactamente y cómo puede una organización dar sus primeros pasos en este nuevo modelo económico?
La economía circular es un concepto que nace en contraposición a la economía lineal a finales del siglo pasado. Esta busca, tal como señala la Unión Europea, desarrollar un modelo de producción y consumo que apueste por “compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido”. Es decir, la economía circular apuesta por extender el ciclo de vida de los productos y los materiales.
Según la Fundación Ellen MacArthur, la economía circular descansa sobre tres pilares: eliminar los desechos y la contaminación, aumentar la circularidad de productos y materiales y contribuir a regenerar el entorno natural. Esto se traduce a su vez en una serie de principios fundamentales:
Además de los claros beneficios ambientales, este modelo permite un uso más eficiente de los recursos y un acceso más estable a los mismos, fomenta la innovación y el crecimiento y aumenta la efectividad de los sistemas económicos.
Aunque todas las industrias tradicionales pueden apostar por la circularidad, este sistema económico también ha contribuido a la aparición de una serie de modelos de negocio circulares. De hecho, con algunos de ellos, como las plataformas digitales colaborativas, ya estamos plenamente familiarizados. Estos son algunos ejemplos:
La economía circular es una filosofía de producción y consumo y un modelo económico con muchas caras diferentes. Adaptarse a la circularidad dependerá, en gran medida, del sector o de la industria en la que trabajemos. Aun así, existen una serie de pasos iniciales que todas las organizaciones deben seguir para adentrarse en el universo circular.
La economía circular es un nuevo paradigma hacia el que todas las actividades deberán dirigirse en los próximos años tanto para reducir el impacto de las industrias sobre el medioambiente como para aumentar en eficiencia en un contexto de recursos escasos. Además, las normativas de cada vez más países intentarán forzar un cambio para el que todos debemos estar preparados.
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