Para la mayoría de las personas, el último año y medio ha significado un cóctel de situaciones estresantes que han puesto a prueba su resiliencia mental y física. Del cuidado y la protección de la salud física propia y del resto de la familia hasta la gestión del aislamiento y la soledad o la restructuración de las relaciones laborales, cada persona ha soportado multitud de situaciones que han afectado a su bienestar.
Este contexto ha tenido también su reflejo en las organizaciones. De acuerdo con la Global Benefits Attitudes Survey de Willis Towers Watson, uno de cada tres empleados siente que su salud mental ha empeorado en el último año y el mismo porcentaje asegura haber sufrido ansiedad o depresión durante el mismo periodo. En general, quien más quien menos ha sufrido un deterioro de su bienestar (físico, emocional, financiero y/o social) y esto ha afectado a su concentración y a su productividad.
Los empleados que sufren problemas físicos, emocionales, financieros o sociales tienen cuatro veces más probabilidades de no estar comprometidos, de perder 12 o más días de trabajo al año y de seguir trabajando después de los 70 años que los que no los sufren. Además, los empleados con mala salud física y mental tienen menos probabilidades de apreciar los beneficios y recursos ofrecidos por su empresa y estar menos satisfechos.
Más allá de los desafíos a nivel corporativo que ha supuesto la pandemia, la situación también ha servido para resaltar la importancia del bienestar de los empleados y sus familias para el buen funcionamiento de la empresa. Cada vez más organizaciones son conscientes de que el éxito de sus operaciones depende del éxito de sus programas de bienestar. ¿Cómo están evolucionando las estrategias de wellbeing de las empresas?
Durante los últimos años, el concepto de bienestar se ha ampliado. Ha pasado de ser un puñado de acciones concretas para mejorar la calidad de vida de los empleados a convertirse en una estrategia integral y transversal capaz de impulsar cambios en la cultura corporativa, potenciar la diversidad de la plantilla o impulsar la transformación y la formación de los trabajadores.
El bienestar social hace a los empleados sentirse conectados. El físico contribuye a que prosperen, mientras el financiero aporta seguridad y el emocional, equilibrio y salud mental. Entre todos sientan las bases de una empresa responsable, inclusiva, diversa, involucrada con la comunidad y con una buena ética laboral. En definitiva, una empresa con propósito.
Comprender el contexto individual de cada uno de los empleados es clave para potenciar una mejora para cada uno de ellos
Un buen programa de bienestar debe estar centrado en los empleados, estar basado en la comprensión de sus necesidades e incluir también la realidad no solo de los trabajadores, sino de sus familias y la comunidad en la que viven. Comprender el contexto individual de cada uno de los empleados es clave para potenciar una mejora para cada uno de ellos, una estrategia que influye en los programas de recompensas y beneficios, los planes de inclusión y diversidad y el compromiso y la visión de los líderes de la organización.
Para transformar y expandir la estrategia de bienestar de una empresa, una parte importante es empezar por cambiar el enfoque de las políticas de igualdad por uno que más basado en la equidad, asumiendo que las necesidades de cada empleado son diferentes en una plantilla cada vez más diversa. Y lo es por una serie de razones claras.
De acuerdo con los expertos en wellbeing de Willis Towers Watson, existen tres pasos críticos para definir y priorizar la estrategia de bienestar y cumplir las expectativas de los empleados:
Una estrategia de bienestar efectiva debe incluir formas para medir el impacto real de cada iniciativa y valorar en todo momento si la estrategia está siendo efectiva.
Facilitar la salud de los empleados en cualquiera de las cuatro dimensiones del bienestar no es algo que se consiga a través de un único camino. A veces, debe hacerse a través de programas complejos o herramientas, mientras en otras ocasiones todo pasa por una comunicación más cercana. Además, una estrategia de bienestar efectiva debe incluir formas para medir el impacto real de cada iniciativa y para poder valorar en todo momento si la estrategia está siendo efectiva.
Implementar todos estos cambios requiere un esfuerzo. Sin embargo, las organizaciones que impulsen la transformación de su estrategia de bienestar sentarán las bases de una cultura corporativa más sostenible y ganarán una plantilla más comprometida, satisfecha y productiva al tiempo que verán reducidos sus costes por bajas y absentismo e incrementarán el desempeño comercial y financiero de sus operaciones.
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