El impacto de la transición energética, los litigios medioambientales y los riesgos físicos en la industria minera.
La pandemia de COVID-19 ha abierto un frente de riesgos inmediatos para todas las empresas. Sin embargo, en el horizonte a medio plazo una crisis de mayor envergadura está tomando forma: el cambio climático. La industria minera se enfrenta a un nuevo escenario de riesgos que amenaza la continuidad de sus operaciones, su estabilidad financiera y su desempeño en el mercado.
Al igual que con el COVID-19, el cambio climático no entiende de fronteras y nos enseña de qué manera nuestra actividad y nuestras sociedades están conectadas alrededor del globo. El informe Climate risk: transforming the mining industry de Willis Towers Watson analiza la situación actual de la minería y los riesgos climáticos a los que se enfrenta la industria.
De la tecnología a la generación de energía (sobre todo, renovable), la minería es hoy una industria clave en nuestras sociedades. Es, también, una de las más contaminantes, ya que es directamente responsable de entre un 4% y un 7% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y consume alrededor de un 11% de la energía mundial. Esto la ha puesto en el disparadero de las nuevas políticas y estrategias que buscan la neutralidad de carbono y cumplir con el Acuerdo del clima de París.
Al mismo tiempo, cada vez está más claro que el cambio climático se está acelerando y que sus efectos directos ya se dejan ver. Esto ha provocado que un número creciente de empresas se estén tomando muy serio el impacto de los riesgos asociados al clima. De hecho, en el Global Risk Report 2020 publicado por el Foro Económico Mundial, los riesgos medioambientales ya aparecen señalados como la principal preocupación de los líderes empresariales.
La industria minera, intensiva en el uso energético y fuertemente contaminante, es una de las más conscientes de los riesgos que representa el cambio climático.
La industria minera, intensiva en el uso energético y fuertemente contaminante, es una de las más conscientes de los riesgos que representa el cambio climático. Riesgos tanto directos y físicos como asociados a la transición energética y a los litigios medioambientales.
La industria minera siempre ha sido especialmente vulnerable a riesgos físicos, dada la ubicación remota de muchos de sus activos, las condiciones extremas de algunas de estas localizaciones y su exposición a eventos meteorológicos intensos. La crisis climática intensificará muchos de los riesgos físicos que afectan a la minería, pero, sobre todo, aquellos relacionados con el agua.
La industria minera es intensiva en el uso de los recursos hídricos. En muchos lugares, el agua es un bien más escaso. Se estima que, en la próxima década, un volumen de negocio de unos 50.000 millones de dólares estará expuesto a riesgo elevado de estrés hídrico. Asia Central, las costas australianas, Chile, Oriente Medio, Sudáfrica y parte de Norteamérica serán las zonas más afectadas.
“Las consecuencias de los riesgos físicos del cambio climático afectarán a las operaciones y los trabajadores, interrumpirán el negocio e impactarán en las cadenas de suministro y en infraestructura vulnerables. Además, el endurecimiento del mercado de seguros significará que algunos activos dejarán de ser asegurables en el futuro”, detalla el informe de Willis Towers Watson.
La transición hacia modelos energéticos renovables, reduciendo o, incluso, eliminando las emisiones de gases de efecto invernadero, afectará en gran medida a la industria minera. Muchas empresas están teniendo en cuenta la evolución futura de esta transición energética que significará nuevos compromisos de reducción de emisiones y, al mismo tiempo, un incremento de la demanda.
A medida que la transición energética continúa cambiando el marco regulatorio, es probable que el riesgo de litigio aumente si no hay una gestión de riesgos cuidadosa.
La evolución de la ciencia climática en los últimos años también ha abierto nuevas posibilidades para los litigios medioambientales, ahora capaces de probar con mayor precisión la relación entre eventos locales relacionados con el cambio climático y las emisiones. Así, los litigios se han convertido en una herramienta más de la acción climática para influir en la legislación y en la actividad corporativa.
A la larga, seguir atado a activos con una gran huella de carbono supondrá mayores riesgos legales y reputacionales. Por eso, muchas de las grandes corporaciones financieras están retirando gradualmente su apoyo a las industrias más contaminantes. Esto dificultará el acceso a financiación del sector minero en el futuro.
“A medida que la transición energética continúa cambiando el marco regulatorio, es probable que el riesgo de litigio aumente si no hay una gestión de riesgos cuidadosa”, concluye Margaret-Ann Splawn, consultora experta en finanzas y cambio climático, en el informe de Willis Towers Watson. “Para que las empresas mineras sigan siendo funcionales en el futuro es necesario estar preparado, compartir información y trabajar con todas las partes interesadas y las administraciones para encontrar soluciones en la transición hacia una economía sin huella de carbono”.
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