Cuando tiene lugar un siniestro que altera y quebranta la normalidad económica de cualquier negocio o industria, el empresario (asegurado) debe enfrentarse a una situación comprometida que pone en riesgo su actividad y su cuenta de resultados.
Al hecho ya bastante complejo de tener que hacer frente a una situación anómala, el empresario debe además hacer frente a una serie de graves daños y perjuicios, causados por el propio evento/siniestro sufrido. Además, debe sumarse la necesidad de atender y negociar con un perito externo designado por la compañía aseguradora, quien tiene la férrea misión de analizar y, casi siempre, reducir al máximo las indemnizaciones que se pretenden reclamar.
El perito del asegurado es un profesional experto en seguros capaz de negociar la tasación del siniestro frente al perito de la aseguradora
Todo el proceso de negociación y gestión a desarrollar con el perito nombrado por la aseguradora, aun contando con el apoyo del departamento de siniestros de Willis Towers Watson, siempre se lleva a cabo en una situación de clara desventaja para el asegurado, ya que la diferencia de recursos, la falta de estructura y de conocimiento técnico en materia aseguradora, suelen desequilibrar la balanza a favor de la compañía.
¿Cómo evitar que esta situación desventajosa suponga una penalización para el asegurado? La respuesta está la contratación de una figura intermedia que ejercerá las funciones de asesor pericial particular, que se conoce como perito del asegurado.
Se trata de un profesional experto en seguros con los conocimientos técnicos, económico-financieros y jurídicos necesarios para negociar, frente al perito designado por la compañía de seguros, una liquidación objetiva y adecuada al alcance real del siniestro sufrido. Con su aportación, el perito del asegurado equilibra la balanza entre el asegurado y la aseguradora, que de esta forma ya no es la única figura que dispone de la estructura y conocimientos suficientes para interpretar el siniestro (a su favor) y dictaminar la indemnización.
Para el asegurado, son incontables las ventajas y bondades de contratar un perito experto en la materia, que pueda “reemplazarle” en todas las gestiones a realizar frente a su homónimo nombrado por la compañía de seguros:
Por todo ello, en palabras del Director de Siniestros de Willis Towers Watson –Alejandro Valladolid-, la incorporación de esta figura intermedia “debe entenderse como una inversión orientada a garantizar una resolución óptima del siniestro y su máxima indemnización. Es decir: más rigurosa, experta y concisa que si nos enfrentamos al siniestro en clara situación de desventaja.”
Además, la actuación del perito de asegurado no se restringe únicamente a la tasación de los daños sufridos por un siniestro, sino que también puede acompañar al asegurado en temas relacionados con:
En definitiva, un perito del asegurado es un interlocutor técnico, jurídico y financiero capaz de lograr el equilibrio del asegurado respecto a la compañía de seguros a la hora de tasar un siniestro y proponer su debida indemnización.
En palabras de Alejandro Valladolid, esta figura intermedia cobra especial relevancia e interés en el ámbito de una gestión ágil y eficiente del siniestro, ya que “el asegurado debe estar perfectamente asistido y además percibir que lo está siendo a través de un asesoramiento directo y particular. Además, su importancia se incrementa en siniestros de gran envergadura que, por lo general, pueden poner en grave compromiso su cuenta de resultados”
Esta figura debe entenderse como una inversión orientada a garantizar una resolución óptima del siniestro y su máxima indemnización
Aunque la contratación de la figura de un perito del asegurado queda siempre a decisión del asegurado, desde la Unidad de Siniestros de Willis Towers Watson se recomienda dotarse siempre de estos servicios para todos aquellos siniestros que tengan asociadas importantes pérdidas económicas y/o casuísticas complejas. Los siniestros son, siempre, interpretables, y se basan en un contrato con cláusulas también muy complejas que exponencian la subjetividad de cualquier resolución. Por eso, contar con una figura que ayude a equilibrar la balanza y lograr indemnizaciones más objetivas, se convierte en una necesidad casi fundamental para empresas de cierta envergadura que hayan sufrido un siniestro grave en sus instalaciones.
La intervención del perito de asegurado tras la ocurrencia de un siniestro, deviene pues en la herramienta perfecta para que, en colaboración con las acciones llevadas a cabo por el Departamento de Siniestros de Willis Towers Watson, aseguren las máximas garantías de éxito posibles de la reclamación de los daños y perjuicios sufridos frente a la compañía de seguros.
Sus fortalezas hacen que sea cada vez más frecuente la utilización de la figura de perito de asegurado en siniestros de gran envergadura o alcance: ya que reduce sustancialmente el ciclo de tiempo asociado a la resolución del siniestro y también la confrontación y la litigiosidad entre las partes. Esta figura se ha convertido por derecho propio en uno de los mecanismos estratégicos más relevantes y necesarios en la gestión de siniestros graves.
Para Alejandro Valladolid, director de Siniestros de Willis Towers Watson, la figura de perito de asegurado cobra especial relevancia e interés en el ámbito de una gestión ágil y eficiente del siniestro, ya que “el Asegurado debe estar perfectamente asistido y además percibir que efectivamente lo está siendo, máxime en siniestros de gran envergadura que por lo general pueden poner en grave compromiso su cuenta de resultados”. Los siniestros graves a los que se enfrentan los asegurados son siempre complejos y necesitan, precisamente, de una dedicación experta y plena para conseguir optimizar las posibilidades de cobertura que ofrecen las pólizas actuales, cada vez más sofisticadas pero también más complejas de aplicar.
La incorporación de la figura de perito de parte en la gestión de un siniestro debe entenderse, pues, como una inversión orientada a garantizar una resolución óptima del siniestro más rigurosa, experta y concisa, que si ésta recayese en el personal propio del asegurado (por lo general, financieros y/o jurídicos) que, por muy profesionalizado que éste sea, no tiene ni porque conocer el lenguaje asegurador, ni mucho menos el oficio pericial, ni posiblemente disponga del tiempo pleno necesario para dedicarse al evento en cuestión en toda su magnitud. Es ahí donde la figura del broker y de su perito toman el cariz protagonista que el siniestro grave siempre demanda.
De las muchas ventajas de la participación del perito de asegurado en los siniestros, destaca que este se convierta, desde su designación, en el interlocutor válido, competente y reconocido además por la LCS, frente al perito de compañía, recayendo en sus obligaciones la preparación y articulación de la reclamación formalmente ajustada al alcance real del siniestro.
La labor del perito de asegurado y del perito de aseguradora, es complementaria y proactiva, redundando siempre por tanto en una resolución final satisfactoria para todos.
Respecto a cuándo el nombramiento se convierte de optativo en casi obligatorio, desde el departamento de Siniestros de Willis Towers Watson se recomienda la contratación de esta “herramienta” en el momento en el que el siniestro tiene asociadas altas cuantías de pérdidas, se ven implicadas casuísticas complejas, o se prevé la conjunción de ambas variables, que suele ser por desgracia, además, el común de las ocasiones.
Todavía hay aseguradoras reticentes a la participación del perito de asegurado en los siniestros. Entre las excusas más comunes está que al ser común la nominación de gabinetes periciales en póliza, en principio, estos deberían entenderse actuantes ya de común acuerdo, como “partners” de ambas partes. Argumentario que además de no ajustarse a la práctica realidad, ya que el perito de compañía por muy independiente que sea tiende de forma natural a identificar al asegurador que le nombra, como “su cliente” (craso error no obstante), además carece de legitimación bajo la Ley de Contrato de Seguro, por estar limitándose con dicha pretensión los derechos conferidos del asegurado.
Otro motivo suele ser el coste del servicio y el agravamiento supuesto de las sumas indemnizatorias o de la siniestralidad. Bajo estándares normales, el coste real de los honorarios asociados a estos servicios no tiene un impacto real negativo en la cuenta global, ya que el grueso de la indemnización, en proporciones 99-1, lo aglutina y condensa la propia pérdida asociada al daño.
Si bien la figura de perito de asegurado no está totalmente normalizada aun en el sector, la realidad, para Alejandro Valladolid, es que se ha avanzado mucho en este campo. “No tengo dudas de que este servicio de valor, en muy poco tiempo, va a ser visto y entendido como imprescindible para todas las aseguradoras de primer nivel que hayan sabido adaptarse a los cambios de modelo impuestos por la propia evolución del mercado asegurador y que entiendan que no hay mayor satisfacción (y fidelización) de sus propios clientes que la de sentirse plenamente atendidos y en igualdad de condiciones (con su propio perito de parte) a la hora de enfrentarse al siempre complejo momento del siniestro”.
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