El colchón financiero: cómo crear un fondo personal o familiar para emergencias

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Equipo Retirement

La planificación del ahorro es clave para contar con un fondo para imprevistos. Lo que normalmente llamamos “colchón financiero”

El azar juega una parte importante en nuestro día a día. Por mucho que queramos, no podemos tener bajo control todas las variables que nos afectan. Seamos asalariados con un contrato indefinido y una situación familiar estable o trabajadores autónomos con una cartera de clientes inestable, nunca podemos estar seguros de que un imprevisto no vaya a dejar nuestra situación financiera contra las cuerdas.

Para estar cubiertos ante sucesos inesperados están los llamados fondos financieros o colchones para emergencias. Una cantidad de dinero con la que podemos cubrir gastos imprevistos o, incluso, sobrevivir durante un tiempo sin ingresos. Pero, ¿cuándo empezar a crearlo? ¿Cómo y cuánto ahorrar? ¿Qué hacer con el dinero?

Qué es un colchón financiero para emergencias

Uno de los objetivos del ahorro debe ser siempre poder hacer frente a gastos o situaciones imprevistas. Por ello, un colchón para emergencias siempre debe, en la medida de lo posible, estar muy bien delimitado y estar destinado precisamente a protegernos frente a sucesos inesperados. Así, debe siempre diferenciarse del ahorro a largo plazo o de otros fondos de ahorro dirigidos a rentabilizar el dinero, así como de ahorros para gastos que no son de primera necesidad.

Por explicarlo con ejemplos, un colchón para emergencias debe servir para cubrir una avería en el coche o afrontar un periodo de transición laboral o situación breve de desempleo. Nunca debe formar parte del mismo fondo de ahorro que las vacaciones o la adquisición de una vivienda o de un nuevo vehículo. Tampoco debe mezclarse con el ahorro a largo plazo para la jubilación.

 Construir un fondo para emergencias es una buena forma de trabajar la disciplina del ahorro y es probable que nuestra situación financiera se vea beneficiada a la larga

Lo fundamental es que, una vez creado ese colchón, podamos disponer de él de forma independiente si se presenta un imprevisto. Y, en el caso de tener que hacer uso de ese dinero, no debería afectar a otros instrumentos o métodos de ahorro que estemos poniendo en práctica. De hecho, construir un fondo para emergencias es una buena forma de trabajar la disciplina del ahorro y es probable que nuestra situación financiera se vea beneficiada a la larga, más allá de la protección frente a imprevistos.

Cuándo y cómo empezar a ahorrar

A la hora de crear un fondo personal para emergencias, surgen dos grandes preguntas. ¿Cuándo empezar y cómo hacerlo? La primera respuesta es sencilla: cuanto antes, mejor. Un imprevisto puede presentarse en cualquier momento, sean cuales sean nuestras cargas familiares o nuestra situación laboral.

La segunda respuesta tampoco es complicada, aunque sí un poco más larga. Lo más importante a la hora de crear un colchón para emergencias es la planificación. Para ello, debemos saber cuánto necesitamos ahorrar y cuánto podemos permitirnos no gastar cada mes.

Como regla general, un fondo para emergencias debe cubrir entre tres y seis meses de gastos. Lo más adecuado es analizar los gastos desglosados a lo largo de un año y calcular la media de gastos fijos y variables cada mes (vivienda, facturas, alimentación, salud…). Así podemos conocer fácilmente cuánto nos haría falta ahorrar si tuviésemos que, en el peor de los casos, vivir un tiempo sin ingresos. Otra fórmula más sencilla, aunque menos exacta, es ahorrar entre tres y seis salarios.

De forma general, destinar un 5% de los ingresos mensuales a construir un colchón de emergencias suele ser una cantidad asumible

Una vez tengamos fijado el objetivo, la siguiente duda es cómo alcanzarlo. Es decir, ¿cuánto podemos ahorrar mes a mes? En este punto entra la situación financiera de cada uno. No es lo mismo si los ingresos mensuales nos llegan para cubrir gastos de forma holgada o podemos recortar gastos innecesarios que si el salario apenas alcanza para cubrir las necesidades de la unidad familiar.

De forma general, destinar un 5% de los ingresos mensuales a construir este colchón suele ser una cantidad asumible. Es un camino a medio-largo plazo (ahorrar tres meses de salario nos llevará unos cinco años), pero supone un impacto reducido para el presupuesto mensual. En función del perfil y las capacidades de cada uno, esta cantidad se puede aumentar o reducir.

Consejos para crear un fondo de emergencia

Partiendo de una planificación adecuada, no debería haber complicaciones a la hora de crear un colchón de emergencias. Aun así, pueden tenerse en cuenta estos otros consejos para construirlo:

  • Elegir con atención de dónde recortar. La mejor forma de ahorrar es identificar aquellos gastos que podemos recortar. A veces, no se ven a simple vista. Por ejemplo, en función de dónde vivamos, compartir coche al trabajo puede salir más barato que utilizar el transporte público, dado que el coche tiene una parte importante de costes fijos se use o no se use.
  • Mantener el dinero accesible, pero no demasiado. Un colchón de emergencias debe estar siempre disponible. Sin embargo, es recomendable mantenerlo separado de la cuenta corriente para evitar tentaciones. Sobre todo, al principio, si no contamos con una disciplina de ahorro bien establecida.
  • Contabilizar el ahorro como un gasto más. En la medida de lo posible, se debe separar el dinero como un gasto fijo más, como si fuese una factura que se cobra a principio de mes, y no esperar al final para apartar el dinero.
  • Sacar partido al impulso ahorrador. Una vez hayamos alcanzado el objetivo del colchón para emergencias, no tenemos por qué dejar de ahorrar cada mes. Es más, puede aprovecharse el hábito ya creado para ahorrar a largo plazo, buscando una mayor rentabilidad.

Un colchón para emergencias es un instrumento para imprevistos, para que un suceso inesperado no nos coloque en una situación delicada. Debería ser un objetivo de ahorro prioritario que establecer lo antes posible.

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