Cambio climático y ganadería: cuándo y cómo protegerse

Hacerle frente al cambio climático es uno de los grandes retos globales del siglo XXI. La lucha se libra, desde hace tiempo, en dos frentes: el de la mitigación y el de la adaptación. Por un lado, el gran objetivo es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con las actividades humanas. Por otro, adaptar nuestras sociedades y las industrias a una nueva realidad medioambiental. En pocos sectores ambos frentes son tan claros como en el de la ganadería.

La industria ganadera contribuye al cambio climático y al calentamiento global de forma directa. Según los datos de la FAO, a nivel mundial, la ganadería es responsable del 26% de las emisiones de CO2 y del 50% de las de metano. En España, según el ministerio para la Transición Ecológica los porcentajes son más bajos. La actividad agropecuaria es responsable del 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero (datos definitivos de 2018), de las cuales algo más de la mitad se debe a la ganadería.

A nivel medioambiental, la ganadería tiene también otros impactos que se relacionan indirectamente con el cambio climático, como son los cambios en la diversidad animal y vegetal y la disponibilidad de las reservas de agua. Pero, además, la ganadería es una de las grandes perjudicadas por el cambio climático, ya que tendrá que hacer frente a múltiples riesgos ambientales, económicos y legales.

Los riesgos del cambio climático en la industria ganadera

La ganadería es una actividad en estrecha relación con el medioambiente y el entorno natural y, como tal, es una de las que más afectadas se ve por el cambio climático. Pero más allá de los riesgos biológicos y económicos asociados, como la aparición de nuevas enfermedades o la caída de la productividad, el sector se enfrenta cada vez más a riesgos regulatorios, a medida que las diferentes leyes para hacer frente al cambio climático entran en vigor.

Tal como señala el Manual de adaptación frente al cambio climático, elaborado por la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos y la Fundación Biodiversidad del ministerio para la Transición Ecológica, el cambio climático generará impactos meteorológicos, biológicos y eco-nómicos sobre la ganadería, sobre todo, debido a la mayor recurrencia de episodios extremos de sequías, precipitaciones torrenciales y altas y bajas temperaturas.

Esto a su vez provoca que aumenten los riesgos sanitarios debido a la aparición de nuevos vectores de enfermedades (como ha probado el reciente episodio de fiebre del Nilo Occidental en Andalucía). También se pueden producir cambios en el comportamiento, la fisiología y el ciclo hormonal de los animales, lo que a su vez influye en la producción lechera y cárnica y en las tasas de reproducción. Además, también se pueden producir reducciones en el rendimiento de los pastos y forrajes y cambios en los patrones de alimentación del ganado.

Los cuatro principales desafíos económicos son la disminución de la productividad, las dificultades de acceso a forrajes, la volatilidad en el precio de los piensos y la pérdida de rentabilidad.

A nivel económico, todos estos cambios traen inestabilidad y alimentan un círculo vicioso de riesgos interrelacionados. De acuerdo con el manual, los cuatro principales desafíos económicos son las pérdidas por la disminución de la productividad, las dificultades de acceso a forrajes y su impacto en la calidad de la carne, la volatilidad en el precio de los piensos y la pérdida de rentabilidad de las explotaciones ganaderas.

Por último, al igual que sucede en muchas otras industrias, la ganadera se enfrenta a una serie de riesgos regulatorios y de responsabilidad asociados al cambio climático. La necesidad de una mayor transparencia medioambiental, las nuevas legislaciones sobre cambio climático y reducción de emisiones o las normas sobre la responsabilidad ambiental para reducir los episodios de contaminación abren un importante frente de riesgos para la ganadería.

Cómo protegerse de los riesgos climáticos en la ganadería

La adaptación de la ganadería para evitar y reducir los riesgos asociados al cambio climático es una estrategia amplia y compleja. Pasa por múltiples frentes, como los cambios en la alimentación para reducir emisiones, una gestión más eficiente del agua para asegurar su acceso y reducir el estrés de los animales durante episodios de calor, el empleo de nuevas especies mejor adaptadas al entorno, la diversificación de la producción o el cuidado del bienestar animal.

Por otro lado, se hace necesario implementar mejores controles para asegurar la bioseguridad de las explotaciones ante la aparición de enfermedades emergentes, utilizar los datos para optimizar la gestión de los recursos y anticipar cambios en las condiciones del entorno para adaptar, en especial, la carga ganadera del pastoreo, y mejorar el diseño de las instalaciones para proteger mejor a los animales.

Los instrumentos de gestión de riesgos permiten mitigar los impactos y reducir las pérdidas económicas a través del mercado asegurador.

Por último, es importante reforzar la inversión y mejorar los instrumentos de gestión de riesgos, como los modelos predictivos basados en el análisis avanzado de datos. Esto permite a su vez mitigar los impactos y reducir las pérdidas económicas a través del mercado asegurador, así como optimizar la identificación y la cuantificación de los riesgos específicos de cada explotación y cada región ganadera.

En definitiva, la relación entre el cambio climático y la industria de la ganadería es compleja y está plagada de riesgos emergentes. Aprender a mitigarlos y adaptarse a ellos contribuye a la propia lucha contra el cambio climático, pero también a construir un sector ganadero más resistente para los retos ambientales del futuro.

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