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Camino a las cero emisiones: ¿qué supone en 2022 la lucha contra el cambio climático para los seguros?

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3 de marzo de 2022

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Tiempo de lectura
4 minutos

Edición editorial:

Juan F.Samaniego

La COP26 copó la actualidad climática en el último tramo de 2021. La cumbre del clima celebrada en Glasgow, Reino Unido, acabó con tímidos avances en el terreno político, pero con compromisos en el plano financiero que hace pocos años eran impensables. El más destacado, probablemente, fue el Glasgow Financial Alliance for Net Zero, un pacto en el que 450 entidades bancarias y aseguradoras comprometieron 130 billones de dólares en financiación para la acción climática entre este año y 2050.

Además, la transparencia, el compromiso real con la sostenibilidad y el fin del ecoblanqueamiento o greenwashing también estuvieron sobre la mesa. Pero, sobre todo, la COP26 volvió a dejar más claro que nunca que la transición hacia una economía sostenible está también llena de oportunidades para el sector financiero. Así, ¿qué pueden hacer las aseguradoras para liderar y capitalizar esta transición?

Seis acciones prioritarias para el sector asegurador

Para navegar con éxito esta transición, nuestros expertos en riesgo climático consideran que para las empresas del sector seguros es clave diseñar una estrategia climática, desarrollar nuevos productos financieros específicos, mejorar la cuantificación y el análisis del riesgo y mejorar la monitorización y la comunicación de dichos riesgos. Así, identifican seis áreas de acción prioritarias para que los seguros afronten en 2022 la transición hacia una economía sostenible.

El análisis de riesgos debe tener en cuenta cómo los esfuerzos para combatir el cambio climático y las medidas de adaptación y resiliencia pueden afectar los riesgos a corto, medio y largo plazo.

1. Avanzar hacia una evaluación de riesgos mejorada

Partiendo de la base actual de cuantificación de riesgos climáticos, tanto físicos como de transición, las aseguradoras deben sentar las bases de un nuevo modelo de evaluación flexible, que refleje todos los matices del riesgo climático y sea capaz de incorporar los avances futuros de la ciencia climática. Para ello, las aseguradoras necesitan integrar herramientas analíticas fiables, modelos de impacto de catástrofes naturales y métodos avanzados de cuantificación del riesgo climático a nivel empresarial.

Además, el análisis de riesgos debe ir más allá de la cuantificación de los impactos probables para tener en cuenta cómo los esfuerzos para combatir el cambio climático y las medidas de adaptación y resiliencia pueden afectar los riesgos a corto, medio y largo plazo. En definitiva, el enfoque de evaluación debe siempre evolucionar de la mano de la ciencia climática y los avances en modelado y analítica.

2. Diferenciar las grandes pérdidas de las pérdidas climáticas

Los riesgos climáticos no son, en muchos sentidos, nuevos para el sector asegurador. De hecho, la mayoría encajan en categorías ya existentes de riesgos financieros y no financieros, como los riesgos comerciales, los operativos y los legales. Sin embargo, dado el carácter sistémico de los riesgos climáticos, las aseguradoras deben empezar clasificarlos de forma específica, considerando explícitamente los riesgos climáticos físicos, los de transición y cualquier cambio previsible en los riesgos legales y de responsabilidad.

3. Integrar el riesgo climático de forma transversal

Los riesgos climáticos no tienen impactos aislados en un área concreta del negocio, sino que afectan de forma transversal a muchas otras áreas. Por eso, el riesgo climático debería integrarse en los marcos de gestión de riesgos empresariales y, en especial, en los siguientes procesos:

  • Gobernanza, incluyendo aspectos como el papel de la junta directiva en cómo la compañía responde y gestiona el riesgo climático.
  • Identificación de riesgos afectados por el impacto del cambio climático.
  • Análisis del apetito y tolerancia al riesgo.
  • Medición e informes de riesgos que incluyan los riesgos climáticos para mejorar la toma de decisiones y la monitorización de los mimos.
  • Gestión activa de las exposiciones al riesgo climático para alinear las estrategias de suscripción e inversión con las oportunidades a corto y largo plazo.
  • Evaluación de los impactos de las medidas de adaptación y las estrategias de transición hacia una economía baja en emisiones de carbono.

4. Definir las necesidades de datos

La calidad de los datos es clave para gestionar de forma efectiva los riesgos climáticos. Las aseguradoras necesitan identificar las fuentes relevantes de datos, tanto internas como externas, que se alineen con su estrategia climática. Estos servirán, también, para respaldar las operaciones comerciales que contribuyan a una transición y un cambio reales.

“Para las aseguradoras, la COP26 ha supuestos cambios de gran alcance en la forma en que las empresas deberán administrarse en el futuro”

5. Crear una estructura para la supervisión de riesgos y oportunidades climáticas

La gestión del riesgo climático va a implicar acciones en la estrategia empresarial, incluyendo dimensiones como el talento y el capital. Por ello, debe desarrollarse una estrategia coherente con objetivos específicos y claros en línea con los criterios de sostenibilidad ambiental y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Para lograrlo, las aseguradoras pueden definir los roles y las responsabilidades necesarias para alinear los objetivos de negocio con los climáticos.

6. Transparencia, información y compromiso

Para mejorar en la comunicación climática, un buen paso inicial es elaborar un informe siguiendo las líneas marcadas por el Taskforce on Climate-related Financial Disclosures, más conocido como TCFD. Según lo acordado en la última cumbre del G7, este tipo de informes será obligatorio a nivel global a finales de 2025. Estos informes TCFD llevan a las empresas a abordar muchas de las cuestiones planteadas en este artículo, pero de forma estructurada y con plazos definidos.

“Para las aseguradoras, la COP26 ha supuestos cambios de gran alcance en la forma en que las empresas deberán administrarse en el futuro. Por lo tanto, es hora de centrarse en hacer las cosas bien, definir aspectos como quién está a cargo, a qué datos acceder, qué modelos usar y qué políticas adoptar, para que las empresas estén listas para emprender su transición climática”, señala Heike Klappach, EMEA P&C Climate Risk Lead Insurance Consulting and Technology, WTW.

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