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La gig economy y su impacto en el futuro del trabajo

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13 de noviembre de 2019

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Tiempo de lectura
4 minutos

Edición editorial:

Juan F.Samaniego

Las plataformas móviles y digitales han cambiado la forma en que nos relacionamos, nos informamos, compramos y, también, trabajamos. El auge de una nueva forma de trabajo por encargos o proyectos puntuales, la llamada gig economy, está cambiando el panorama laboral de los países desarrollados. Al tiempo que aporta ventajas para empresas y trabajadores, también presenta importantes desafíos.

¿Qué es la gig economy?

Aunque es un término anglosajón, podríamos traducirlo en español por “economía del bolo”. Hace referencia, en origen, a la forma de trabajar de muchos artistas por gigs como conciertos o actuaciones. Es, a grandes rasgos, la economía de los pequeños encargos. La actividad productiva que desarrollan trabajadores autónomos para sus clientes, habitualmente empresas y, en particular, compañías tecnológicas. De hecho, la gig economy también se conoce como economía freelance.

El concepto no es precisamente nuevo. Los trabajadores que se ganan la vida mediante multitud de pequeñas tareas o encargos han existido siempre. Sin embargo, tal como señala el analista de Forbes John Frazier, la gig economy ha aumentado desde que estalló la crisis financiera en 2008. La precarización y la escasez del empleo tradicional y el auge de plataformas tecnológicas que necesitan trabajadores autónomos están detrás de su crecimiento.

Hoy en día, la economía freelance engloba multitud de trabajos distintos. En el mismo saco caben desde consultores externos que facturan elevadas sumas a grandes empresas hasta conductores de Uber o repartidores de Deliveroo. Además, multitud de trabajadores knowmad o nómadas del conocimiento, como programadores, diseñadores o escritores también apuestan por este modelo de negocio. Un modelo que viene en parte impuesto por las condiciones del mercado, pero que también tiene sus ventajas.

El peso de la gig economy

En Estados Unidos y en la Unión Europea, algo más de uno de cada tres trabajadores ya pertenece a la gig economy. Según señala el informe de McKinsey Independent Work, un 30% de este grupo esta formado por trabajadores independientes, que han elegido esa forma de trabajo voluntariamente, mientras un 14% lo forman trabajadores a los que la necesidad les llevó a aceptar esos empleos. El resto lo forman trabajadores eventuales, que tienen en la gig economy un complemento (necesario o no) a su salario habitual.

En el mismo saco caben desde consultores externos que facturan elevadas sumas a grandes empresas hasta conductores de Uber o repartidores de Deliveroo

El auge de este tipo de trabajo está también muy ligado al aumento de la economía de plataformas. Es decir, todas las empresas que han prosperado al calor de las plataformas digitales. No solo como negocios en sí mismos, sino como canal para conectar la oferta y la demanda de empleo. Según la Unión Europea, un 10% de europeos ha utilizado plataformas online para trabajar y un 2% las ha convertido en su principal forma de empleo.

Este tipo de trabajo introduce una serie de cambios importantes en el mercado laboral tal como lo hemos conocido hasta ahora. De talento local contratado a tiempo completo se pasa a empleados que residen en cualquier lugar del mundo y trabajan por proyectos. Del trabajo estable se pasa al trabajo temporal, con picos en función de la demanda. Y de un único empleador se pasa a múltiples empleadores o clientes.

Los desafíos de la economía gig

Según McKinsey, los trabajadores de la gig economy deben ser independientes y tener control casi total sobre el trabajo y su relación con el cliente. Tienen que recibir pagos por tareas y los proyectos no pueden ser de larga duración. A esta definición, la Unión Europea añade que las tareas deben poder ser elegidas en función de los intereses, las capacidades y el tiempo del que dispone el trabajador.

La relación de los trabajadores con las plataformas es a menudo dependiente y que el estatus de los trabajadores debe reflejar esta subordinación”

El problema en la actualidad es que, mientras una parte de los trabajadores independientes sí cumple esas condiciones, para otro segmento la gig economy se ha traducido en precarización del empleo, dependencia, falta de horarios y jornadas de trabajo demasiado largas y precios impuestos por compañías lejanas, con las que el empleado apenas se relaciona. Además, en función del país de residencia, los trabajadores independientes pueden llegar a carecer de cualquier tipo de protección social.

“Muchas plataformas insisten en que sus trabajadores son contratistas independientes y que el rol de la plataforma es simplemente mediar entre ellos y sus clientes. Sin embargo, muchos expertos argumentan que la relación de los trabajadores con las plataformas es a menudo dependiente y que el estatus de los trabajadores debe reflejar esta subordinación”, señala el informe Work in the European gig economy elaborado por la Foundation for European Progressive Studies.

El futuro del trabajo y los trabajadores gig

El impacto de la gig economy en el futuro del trabajo es incuestionable. Su peso en el mercado laboral es cada vez mayor, ya que en muchos casos los trabajadores independientes y puntuales responden mejor a la demanda de talento por parte de las empresas. Además, la creciente digitalización de la economía permite mayor flexibilidad (física y de horarios) para trabajadores y empresas.

El Parlamento Europeo adoptó, el pasado mes de abril, una serie de medidas para fijar unos estándares mínimos para el trabajo, fuese cual fuese su naturaleza”

Por otro lado, el desafío real que supone la precarización del empleo está impulsando nuevos marcos reguladores del trabajo. Por ejemplo, el Parlamento Europeo adoptó, el pasado mes de abril, una serie de medidas para fijar unos estándares mínimos para el trabajo, fuese cual fuese su naturaleza. Y California acaba de aprobar una ley por la que los trabajadores gig tienen que se tratados como empleados y no como empresarios independientes.

Por último, ante la falta de la mayoría de beneficios a los que sí acceden los trabajadores por cuenta ajena, están surgiendo también iniciativas desde el sector privado. El llamado worker tech, por ejemplo, busca importar el modelo de las plataformas digitales al sector de los derechos y los beneficios. A grandes rasgos, consiste en la oferta de servicios digitales para brindar a los trabajadores independientes beneficios personalizados y un mayor acceso a la protección social.

En definitiva, es probable que la economía gig gane peso en el futuro gracias a sus beneficios para empresas y trabajadores. Pero, al mismo tiempo, este modelo emergente de relación laboral impulsará cambios legislativos importantes y generará nuevas oportunidades de negocio.

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