La sostenibilidad ambiental y social y las prácticas de buen gobierno están dejando de ser una opción voluntaria para las empresas. Los llamados criterios ESG juegan un papel cada vez más importante en la toma de decisiones de las organizaciones y, como tal, suponen también una nueva fuente de riesgos para directivos y ejecutivos (D&O, por sus siglas en inglés). ¿Cómo pueden protegerse ante ellos?
Durante años, la responsabilidad social corporativa fue un concepto poco definido, bajo el cual cada empresa desarrollaba su actividad intentando hacer las cosas bien, pero sin seguir protocolos o prácticas estandarizadas. Sin embargo, esta realidad ha cambiado en los últimos años en todo el mundo y, en particular, en la Unión Europea.
Desde que la Comisión Europea introdujo en 2018 el plan de acción para un crecimiento financiero sostenible, las regulaciones se han multiplicado tanto a nivel regional como en cada uno de los países miembros. En Norteamérica y en algunos países de Asia los criterios ESG están también tomando la forma de leyes y normas y se estima que la regulación no dejará de aumentar en los próximos años.
Según los datos de la firma legal Herbert Smith Freehills, desde 2018 se han aprobado más de 170 regulaciones en materia de sostenibilidad social, medioambiental y de buen gobierno de las empresas. Además del obligado cumplimiento de la normativa, un número creciente de organizaciones se siente obligada a mejorar su desempeño ESG porque la sociedad, los grupos de interés y los accionistas así lo demandan.
A modo de resumen, los criterios ambientales cubren asuntos relacionados con el cambio climático, la contaminación, los residuos y la huella ecológica de la empresa; los criterios sociales abarcan temas de igualdad, condiciones laborales, salud y seguridad e interacción con la comunidad local; y bajo el paraguas de governance se agrupan asuntos como la corrupción, la gestión de riesgos y la ciberseguridad.
De acuerdo con el whitepaper Perspectives and boardroom discussions on ESG de Willis Towers Watson, la sostenibilidad medioambiental (sobre todo, temas como las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación), aspectos sociales como la integración y la igualdad y las buenas prácticas de gobierno corporativo son cada vez más recurrentes en las juntas directivas de las empresas. Aun así, el desempeño financiero y los objetivos económicos siguen siendo prioritarios en la toma de decisiones.
“Para la mayoría de directivos, los ESG suelen analizarse en el contexto de la gestión de riesgos empresariales”, señala el informe de Willis Towers Watson. ”No apreciar las ramificaciones de ciertos problemas ambientales o sociales puede atraer el escrutinio público y, en algunos casos, dañar la reputación y el rendimiento financiero de la empresa. En algunas industrias, los comportamientos de los consumidores pueden verse influidos por las prioridades de ESG de la empresa. Y el impacto potencial en la reputación también puede conducir a prácticas comerciales más respetuosas”.
Así, los criterios ESG están cada vez más presentes en las actividades de directivos y ejecutivos, una realidad que se ve reforzada desde el ámbito regulatorio. Como consecuencia, cada vez hay más riesgos relacionados, directa o indirectamente, con la sostenibilidad medioambiental y social y el buen gobierno de la compañía (riesgos reputacionales, financieros y, sobre todo, por incumplimiento regulatorio).
En los últimos años, se han detectado riesgos emergentes concretos para D&O relacionados con las políticas ESG de la empresa. En particular, han aumentado:
En este escenario de riesgos cambiantes, puede ser complicado asegurar el cumplimiento de todas las regulaciones y asegurar que la organización siempre se adapta a las demandas de sostenibilidad y buen gobierno de la sociedad. Es en este punto donde entran en juego las pólizas de D&O, diseñadas para cubrir la responsabilidad civil que tienen los directivos en el desarrollo de sus funciones.
Tradicionalmente, el análisis de riesgo ligado a este tipo de seguros se ha centrado, sobre todo, en la salud financiera de las empresas (análisis de cuentas, facturación, beneficios, balances o activos). Pero un número creciente de riesgos están relacionados con cómo se gestionan las empresas, por lo que las aseguradoras analizan cada vez más el desempeño de las organizaciones en materia de ESG para tener una visión más holística del riesgo, más allá de un análisis financiero.
A medida que los gobiernos de todo el mundo (y, en particular, de Europa, Estados Unidos y Canadá) buscan impulsar la sostenibilidad de sus sistemas económicos y avanzan en la regulación ESG, las compañías deberán adaptar sus estrategias de mitigación de riesgos, tanto con buenas prácticas como con instrumentos de protección, como las pólizas D&O.
