En un mundo cada vez más global y conectado, los riesgos hace tiempo que dejaron de estar confinados dentro las fronteras de los países o de los límites de una única industria. Las tensiones y los conflictos geopolíticos, las consecuencias del cambio climático, el auge de los ciberriesgos o la crisis energética y de recursos han marcado el panorama de riesgos globales durante el último año y lo seguirán haciendo durante 2023.
El Foro Económico Mundial define los riesgos globales como “un evento o condición incierta que, de producirse, puede causar un impacto negativo significativo en una parte importante del PIB, la población o los recursos naturales del planeta”. Estos riesgos globales suelen afectar a varias industrias o países y pueden ser relevantes a corto, medio o largo plazo. Además, no solo tienen consecuencias derivadas del impacto directo del evento, sino también a través de un aumento de la volatilidad económica o de la falta de preparación y de resiliencia de determinadas empresas o industrias.
Del incremento constante en la inseguridad digital a las tensiones políticas y los conflictos, pasando por el impacto creciente de las catástrofes naturales y ambientales, el panorama de riesgos globales no ha dejado de ganar complejidad en la última década. Estos son los riesgos de alcance potencial global que marcarán 2023 y, con mucha probabilidad, el resto de la década.
La guerra en Ucrania ha elevado las tensiones entre Rusia, el resto de países europeos y Estados Unidos. El conflicto seguirá marcando la geopolítica regional durante 2023, pero no es el único foco de riesgos políticos. De acuerdo con el informe de Oxford Analytica y WTW al respecto, las relaciones cada vez más complicadas entre China y Estados Unidos o las protestas y la inestabilidad en países como Perú o Irán también tienen un impacto potencial elevado. Por otro lado, según el Allianz Risk Barometer 2023, los riesgos políticos que más preocupan a las empresas a corto plazo son las guerras, las intervenciones gubernamentales, las revueltas civiles y los conflictos políticos en el ciberespacio.
El cambio climático supone un amplio abanico de riesgos para las empresas, riesgos que cada año son más evidentes. Por un lado, están los riesgos físicos, como los derivados del impacto directo de las catástrofes naturales y los eventos meteorológicos extremos. Solo durante 2022, Estados Unidos sufrió 18 desastres meteorológicos con pérdidas superiores a los 1000 millones de dólares cada uno. En total, según datos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), los desastres sumaron daños por valor de más de 165 000 millones.
De acuerdo con la encuesta sobre ESG para gestores de riesgos de WTW, el 67 % de las empresas españolas (y el 75 % a nivel mundial) ya abordan las exposiciones de su organización a los riesgos climáticos físicos. Sin embargo, los riesgos de transición, a pesar de tener un elevado impacto potencial en la cuenta de resultados y la actividad de las empresas, reciben menos atención. Estos son riesgos complejos de alcance global, derivados de los riesgos legales y de responsabilidad debido a los cambios regulatorios, así como de las nuevas condiciones de mercado o de requisitos de productos para adaptarlos a las demandas legales y sociales.
El incremento de los riesgos cibernéticos es una de las principales preocupaciones de las empresas a nivel global. Según el Allianz Risk Barometer 2023, el coste total de los incidentes de ciberseguridad es ya del 1 % del PIB global o, lo que es lo mismo, de más de un billón de dólares. Para las empresas, los ciberriesgos de mayor impacto son las brechas en la seguridad de los datos, los ataques de tipo ransomware (que bloquean los sistemas o los datos de una organización y piden un rescate millonario para restaurar el acceso), la interrupción de las cadenas de suministros digitales y los ataques de malware.
En este sentido, tal como destaca el último informe de Seguridad Nacional elaborado por el departamento de Seguridad, es necesario reforzar la conexión entre la actividad pública y privada para trabajar de forma conjunta con el objetivo de garantizar la seguridad y la continuidad tanto de los negocios como de la actividad pública. La necesaria colaboración público-privada en el ámbito de la ciberseguridad nos debe permitir seguir disponiendo de los servicios esenciales para la vida diaria y protege elementos clave en la sociedad como el empleo. No apostar por este trabajo conjunto es un riesgo en sí mismo.
Los riesgos no son elementos aislados que se puedan mitigar sin tener en cuenta las complejas relaciones que los conectan entre sí. Las tensiones geopolíticas experimentadas en el último año (derivadas sobre todo del conflicto en Ucrania, pero no solo) han disparado los riesgos asociados a la crisis energética. Los precios de los combustibles fósiles se han mantenido en máximos durante meses, lo que poco a poco ha ido desestabilizando los precios de todos los productos a nivel global. 2022 se cerró con niveles de inflación récord en la Unión Europea, Estados Unidos y muchos otros países del mundo.
Así, la búsqueda de alternativas para mitigar el impacto de la crisis energética seguirá siendo una constante en las empresas durante 2023. Con la vista puesta en las opciones renovables y la electrificación, este riesgo se verá a su vez influido por otro cada vez más relevante: la crisis de recursos. Este es, además, un factor a tener en cuenta a largo plazo. Según estimaciones del Banco Mundial, la demanda de minerales como el litio y el cobalto aumentará un 450 % hasta mitad de siglo.
Cada vez más empresas se enfrentan a la falta de trabajadores preparados, un riesgo derivado de múltiples factores como el envejecimiento de la población, la inflación o el rápido desarrollo tecnológico experimentado por algunos sectores en los últimos años. Según datos del Foro Económico Mundial, una de cada dos ofertas laborales publicadas durante 2022 en Estados Unidos se quedó sin cubrir. Esta situación no solo incide en la falta de talento para las empresas en un momento de alta demanda, sino que contribuye también a incrementar las desigualdades y las brechas sociales.
El potencial disruptivo de la pandemia ha ido disminuyendo a medida que las vacunas y la experiencia han ido permitiendo a la mayoría de países adaptarse a convivir con el virus del COVID-19. Sin embargo, todavía es pronto para ignorar los riesgos que plantea esta situación sanitaria única. Según el último balance oficial, solo en España hay cerca de cuatro millones de casos confirmados de COVID-19 y 118 712 fallecidos. A nivel global, los registros oficiales hablan de más de 750 millones de infectados y cerca de ocho millones de muertes. Para la Organización Mundial de la Salud, sigue siendo una emergencia de salud pública de importancia internacional.
En este sentido, las empresas no deben subestimar el potencial de los riesgos derivados de la pandemia, como las posibles interrupciones en la cadena global de suministros, el alza de los precios de determinados materiales, los cambios en políticas y regulaciones para hacer frente a crisis sanitarias o los problemas relacionados con la salud, física y mental, de los empleados. Sea como sea, 2023 no parece que vaya a ser el año en que las organizaciones puedan olvidarse definitivamente de la pandemia.
Todos los riesgos globales descritos hasta ahora, así como muchos otros como la inestabilidad macroeconómica, los cambios regulatorios o las interrupciones en la cadena global de suministros, tienen un elevado potencial de impacto en las cuentas de resultados de las empresas, su funcionamiento y su reputación. El éxito del negocio y la propia supervivencia de la organización dependerán de cómo se analicen y se comprendan estos riesgos y de cómo se mitiguen en el corto, medio y largo plazo.
La gestión efectiva de estos riesgos globales no solo es el mejor camino para reducir el impacto de dichos riesgos, sino también para reforzar la resiliencia de la organización y apuntalar la posición de la empresa frente a sus competidores. En sentido, apoyarse en herramientas como los mapas de riesgos, que permiten organizar la información sobre los riesgos de una compañía y analizar su magnitud de forma visual y clara, tienen cada vez un mayor valor estratégico para las empresas. Contar con el apoyo de expertos en riesgos, como los del equipo de WTW, es fundamental para navegar este escenario de riesgos globales cada vez más complejo.
