
Aportaciones a planes de pensiones: ¿mes a mes o todo en diciembre?

11 de diciembre de 2019
NUESTROS EXPERTOS:
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3 minutos
Edición editorial:
Juan F.SamaniegoA la hora de ahorrar, existen multitud de técnicas, plataformas, métodos y productos. Pero ninguno se sostiene sin compromiso. Es decir, el ahorro más efectivo no depende tanto de cómo se haga, sino de que se mantenga el esfuerzo de no gastar parte de los ingresos para guardarlos de cara al futuro; para otro momento en el que nos van a hacer más falta. Esta lógica aplica también a los planes de pensiones.
Tipos de aportaciones a los planes de pensiones
El ahorro para la jubilación no es simplemente un proceso de ahorro por acumulación, sino que se trata también de un producto de inversión cuya rentabilidad tendrá que ver, sobre todo, con la diferencia entre el valor de adquisición y el valor de enajenación o venta. En el caso particular de los planes de jubilación, es además importante tener en cuenta de que se trata de una estrategia a muy largo plazo en la que se producirán muchas compras a precios de adquisición muy diferentes.
Por lo tanto, a la hora de apostar por un plan de pensiones, hay que tomar varias decisiones importantes. El tipo de plan, el nivel de riesgo, la cuantía de las aportaciones y, también, la periodicidad de las mismas. En función de esta última, hablamos de dos tipos de aportaciones: las puntuales y las periódicas. Las aportaciones periódicas persiguen establecer una disciplina de ahorro y suelen efectuarse mensual o trimestralmente.
Por otro lado, las puntuales se realizan de forma esporádica o poco planificada y suelen hacerse coincidiendo con dos momentos del año o, más bien, del calendario fiscal: los meses de abril y mayo, que concentran buena parte de la campaña de la renta y que hacen recordar a los contribuyentes las ventajas fiscales de estos productos, o el mes de diciembre, coincidiendo con el final del ejercicio fiscal. Pero, ¿es alguno de los dos tipos de aportaciones más conveniente?
La importancia de limitar el azar
Las aportaciones a los planes de pensiones están limitadas por ley. El conjunto de las aportaciones máximas que dan derecho a reducir la base imponible anualmente no puede exceder, en territorio común, los 8.000 euros o el 30% de los rendimientos netos del trabajo y de actividades económicas del ejercicio (aplica siempre la menor de las dos cuantías).
En función de la periodicidad con que se efectúen las aportaciones hablamos de dos tipos: las puntuales y las periódicas”
Las aportaciones puntuales, aunque sean de la cantidad máxima permitida, tienen una gran desventaja: se multiplican las probabilidades de comprar a un precio de adquisición más elevado de lo normal. Es cierto que también aumentan las probabilidades de lo contrario, pero en este caso, al ser los planes de pensiones un producto a muy largo plazo, es importante limitar el azar y primar la consistencia de las aportaciones.
Es decir, si apostamos por aportaciones regulares y periódicas, que incluso pueden planificarse como un recibo más, estaremos apostando por una inversión a un precio medio de mercado, menos volátil, cuyo resultado en el futuro será más consistente. Detectar los mejores momentos para invertir es muy complicado, por lo que está demostrado que, a largo plazo, se obtienen rentabilidades superiores a través de las inversiones periódicas que a través de las puntuales.
Las ventajas de las aportaciones periódicas a los planes de pensiones
A la hora de apostar por un plan de pensiones como estrategia de ahorro a largo plazo, es evidente que lo que más interesa es la rentabilidad futura. Las aportaciones periódicas son, como hemos visto, las que más probabilidades tienen de haber generado un resultado consistente cuando llegue la hora de disfrutar de la jubilación. Sin embargo, estas no son sus únicas ventajas:
1. Reducción del riesgo
El riesgo se diversifica al efectuar un mayor número de aportaciones de menor cuantía. Como hemos visto, el riesgo de realizar una compra por un precio de adquisición muy elevado se reduce. Las participaciones en el plan de pensiones se adquieren así, a la larga, por un precio medio en lugar de un precio puntual.
Detectar los mejores momentos para invertir es muy complicado, por lo que, a largo plazo, se obtienen rentabilidades superiores a través de las inversiones periódicas que a través de las puntuales”
2. Compromiso, constancia y disciplina del ahorro
Las aportaciones periódicas, que podemos incluso domiciliar como un recibo más, refuerzan la disciplina del ahorro y la constancia, valores importantes cuando hablamos de ahorro a largo plazo.
3. Esfuerzo gradual
Planificar las aportaciones mes a mes permite que el esfuerzo del ahorrador sea más gradual. Es decir, las cantidades aportadas serán más pequeñas y no se percibirán como un gran esfuerzo, al contrario de si efectuamos una única aportación anual de cuantías elevadas.
4. Evitar olvidos
Al hacer aportaciones planificadas, mantenemos el compromiso a largo plazo, evitando que, llegado el momento de aportar, se nos olvide efectuar la operación.
En definitiva, es mejor realizar aportaciones mensuales que anuales. Sus grandes ventajas son mayor consistencia en el resultado y mayor rentabilidad, menor volatilidad y riesgo, reducción del esfuerzo de gasto y refuerzo de la disciplina de ahorro.
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