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Infidelidad del empleado: Un riesgo latente

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3 de julio de 2015

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Tiempo de lectura
4 minutos

Edición editorial:

Juan F.Samaniego

Nadie duda que las personas son el pilar de las compañías y de que las relaciones laborales han cambiado. Como tampoco nadie duda de que los casos de fraude e infidelidad entre empresa y trabajador han crecido exponencialmente en los últimos tiempos. Por eso, resulta indispensable tener una garantía para estos casos.

Y es que antiguamente cuando una persona entraba a formar parte de una compañía, lo hacía muy joven, y con vistas a permanecer en ella a largo plazo, hasta la jubilación. Pero los tiempos evolucionan y este ‘contrato’ laboral parecer tener los días contados, todo ello propiciado por la volatilidad que presenta el mercado actual.

Surge así un debate donde los responsables de RRHH se plantean muchas veces si los trabajadores realmente llevan puesta –o no- la camiseta de la empresa. Muchos expertos subrayan que hay una estrecha correlación entre el nivel de compromiso de los empleados y los resultados obtenidos. Miremos ahora las cifras. Según se puso de manifiesto durante las jornadas organizadas por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) el pasado mes de febrero, sólo un 19% de los profesionales encuestados se sienten completamente comprometidos con la entidad en la que trabajan.

Otro aspecto importante a analizar dentro del concepto compromiso, es el de la infidelidad. Un riesgo latente que puede infligir un gran daño a la empresa, y que cada vez se manifiesta más, a juzgar por los niveles que se registran actualmente. La encuesta sobre fraude en Europa, Oriente Medio, India y África de 2013 elaborada por la consultora Ernst&Young muestran que uno de cada cinco empleados encuestados son conscientes de la existencia de algún tipo de manipulación financiera en su propia compañía en los últimos 12 meses. Resulta especialmente llamativo la proporción de profesionales encuestados de nivel sénior o directivos de consejos; más del 40% dijeron que las ventajas o costes habían sido manipulados en su empresa.

Aunque no sólo en el ámbito laboral existe corrupción. En nuestro país día sí y día también conocemos por las noticias nuevos casos que se dan por ejemplo en el ámbito político o económico. Precisamente, Javier López Andreo, Partner de PwC Forensic, de acuerdo con el Informe Anticorrupción de la Unión Europea, hecho público en febrero de 2014, el 95% de los encuestados manifestó que la corrupción es un problema tremendamente extendido en España. Un porcentaje que se posiciona como el más alto de todo el conjunto de la Unión Europea, cuya media se sitúa en el 77%. Un último dato a destacar, un 93% de los encuestados manifestó que el favoritismo y la corrupción obstaculizan la competencia.

Mitos sobre el riesgo

Desde el sector segurador, a menudo se tiene la percepción de que muchas compañías no tienen una visión real del problema. Desde el área global de FINEX (unidad financiera de Willis Group), en colaboración con Ernst&Young, ha identificado cinco mitos respecto al fraude e infidelidad de empleados que conviene derribar de cara a una mejora futura:

 

  1. “Nuestra gente no comete fraude”: el 85% del fraude es cometido por personal interno. Aceptar el problema es el primer paso para gestionarlo.
  2. “No puede pasarnos a nosotros: somos una organización estable”: las estadísticas indican que ningún proceso, sector o país es inmune.
  3. “Si el fraude se produce, lo descubriremos rápidamente”: los mecanismos de detección son limitados. A menudo es un descubrimiento accidental, o depende de que alguien dé el soplo.
  4. “Vigilamos las áreas vulnerables”: En general se vigilan fraudes comunes pero con poco impacto. La prevención no está alineada con los riesgos que importan.
  5. “Estamos cubiertos”: Suele creerse que los casos de infidelidad de empleados están cubiertos por las pólizas D&O, pero no es así.
  6. “Podremos lidiar con las consecuencias”: se subestima el impacto, y se sobrestima la capacidad de recuperación de las pólizas con las que contaba la empresa.

 

Una vez conocida la existencia de este problema, deberíamos preguntarnos cuál es el motivo del aumento del fraude e infidelidad de los empleados. Muy sencillo. Afecta a la coyuntura económica actual.

Las empresas se ven envueltas en una creciente dinámica de expansión internacional. Y con la apertura de oficinas en cualquier parte del mundo, a las empresas les toca seleccionar profesionales que sean capaces de dirigir estas nuevas filiales.

Pero la clave de la cuestión se focaliza en el día a día, en comprobar si hay algún tipo de irregularidad o si los empleados respetan adecuadamente los procesos en el desarrollo de la actividad.

 

En un mundo marcado de cánones, resulta revelador el perfil que describen los investigadores Michel L. Benson y Elisabeth Moore. Estos “defraudadores” suelen tener más de 30 años, puede ser tanto hombre como mujer (55% ellos, 45% ellas), presuntamente forman parte de una familia estable, con educación superior a la media, aparentemente sin antecedentes penales, gozan de buena salud mental, ocupan un puesto de confianza, posee experiencia contable y cuenta con un conocimiento detallado de los sistemas de contabilidad y sus debilidades. Sin embargo, podríamos romper una lanza a favor de los trabajadores. Ya que, en ocasiones, el fraude puede ser realizado en colaboración con terceros, o únicamente por estos.

Pasemos ahora a detallar detenidamente qué tipos de delitos estamos tratando.

Según el Informe sobre delitos económicos y fraude empresarial en España 2014, elaborado por PwC, los delitos que se dan con mayor frecuencia en las organizaciones son la apropiación indebida; la corrupción y el soborno y por último la manipulación contable. Estos tres casos concentran la mayor parte de los casos, a pesar de que existen otros muchos tipos delictivos.

Varios estudios recurren a un triángulo para explicar los motivos interconectados que pueden llevar a una persona a cometer un delito de este tipo. Es lo que llamamos ‘Triángulo del Fraude’, que señala como principales elementos inductores el incentivo o la presión para cometerlo. Aunque las motivaciones personales pueden también influir, hablamos del deseo de mantener un determinado nivel o estilo de vida.

Para solucionar todos los problemas analizados, existen una serie de herramientas a disposición de las empresas para combatir esta infidelidad de la plantilla: inversión en prevención, mayor frecuencia de auditorías, mejorar las prácticas de gobierno corporativo, revisar y adecuar las pólizas frente al fraude.

Aunque para un mayor éxito la alta dirección no puede quedar al margen de todo este proceso, y su implicación debe ser máxima.

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